
He decidido mercadear
con mis miedos.
Una no vende sus recuerdos
ni sus pensamientos más íntimos,
tampoco las sonrisas robadas,
ni lo sueños que expiraron,
pero si los miedos.
Llegados a esta fase del camino,
y debido al crash de ideas que sufre
mi masa gris,
una padece aglomeración de stocks
en sus estanterías.
Hoy dejo a precio de saldo
los miedos que nacieron ayer,
por frescos e innovadores,
quizá venda aquellos que
me hicieron elegir este camino,
aunque de momento,
me reservo esos que brotaron
al conocerte,
y a ti, solo
a ti,
te regalo esos que tuve cuando
era niña,
aquellos que el hombre del saco
no quiso llevarse de mi puerta
cuando me robó la bicicleta.