miércoles, 24 de octubre de 2007

El último dragón


Podía haber sido una mañana cualquiera de un día cualquiera, si no llega a ser por que un dragón cruzaba la calle.
Me quedé petrificada, justo en medio de la lengua gris por la que circulan bestias a cuatro ruedas.
El dragón me sonrió y yo le devolví mi mejor sonrisa, esa que muestra lo bien que me sentó el corrector de dientes.
Mientras le mostraba mi dentadura, únicamente pensaba en toda esa gente que desde pequeña me había negado la existencia de los dragones, truncando así mi esperanza de volar con ellos.
Pero ahí estaba él, como siempre, mi madre tenía razón, haberlos hailos, y si que los había, un terror me invadió, quizá fuera el último, o quizá nunca más volvería a verle.
Le pedí permiso para volar con él,
y me marché para siempre.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Anda, tienes un blog, que sorpresa!
Siempre me ha llamado la atención este Dragón del Lago Ness, en medio del parque, con esos colores tan llamativos. Hace que se despierte la imaginación del niño soñador que fuí y que soy. :)

Isa dijo...

que sorpresa, tú por aqui!!hace poquito que lo tengo, y lo cierto es que a veces se me olvida. a mi tb me gsuta mucho este dragón, cada vez que pasa por el parque tengo que acariciarle la cabeza, y siempre me queda la sensación de que va a abrir los ojos. como ves aun conservo la niña que hay en mi. :p

Isa dijo...

que sorpresa, tú por aqui!!hace poquito que lo tengo, y lo cierto es que a veces se me olvida. a mi tb me gsuta mucho este dragón, cada vez que pasa por el parque tengo que acariciarle la cabeza, y siempre me queda la sensación de que va a abrir los ojos. como ves aun conservo la niña que hay en mi. :p